viernes, 7 de septiembre de 2007

Hispano se salvó a "chepa" de Pena de muerte


Juan Meléndez, liberado antes de ser ejecutado tras casi dieciocho años de injusta reclusión.
Meléndez, nacido en Brooklyn pero criado en Puerto Rico, decidió adelantársele a la muerte, terminó de confeccionar la soga que había elaborado cuidadosamente con bolsas de basura para ahorcarse.
En ese momento, era el único remedio a la vista para ponerle fin al martirio de saberse un cadáver que aún respiraba. Y es que esperar que llegue el turno en el pabellón de la muerte es un eterno lidiar con la rabia y la desesperanza, más aún cuando la condena es por un crimen que no se ha cometido. Por eso, y al cabo de diez de años de esperar un milagro que nunca llegaba, le hacía el nudo a la soga...

Estaba plenamente convencido de que quitarse la vida era su única salida, pero la irrevocabilidad del acto que estaba por cometer le llevó a reflexionar por un instante, justo antes de ponerse la soga al cuello. Con la mirada sobre el camastro, pensó: "Quizás deba acostarme y meditar esto un poquito más".

Fue allí, durante lo que tenía previsto que sea su último sueño, cuando el milagro tan largamente esperado comenzó a gestarse. Vino en la forma de una curiosa imagen que involucraba una soleada playa de aguas tibias que no veía desde su infancia y cuatro delfines.
"Estaba en Puerto Rico, en una playa que para mí es la más hermosa del mundo, haciendo las cosas que hacía cuando era niño, nadando y jugando alegremente", revela Meléndez a Terra Magazine. "El día estaba bonito, con el sol radiante, y en el sueño vi una cosa que nunca había visto: cuatro delfines que venían hacia mi y comenzaban a jugar conmigo. Luego vi en la playa a una señora que estaba alegre, y comprobé que estaba alegre porque yo estoy alegre. Y vi que esa señora era mi mamá, y ahí me desperté...".

Terra Magazine

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