
Bush y su equipo de seguridad nacional volaron directamente hasta esta base aérea de una zona remota de la provincia de Anbar. El presidente no paró en Bagdad, una expresión simbólica de su frustración con la parálisis política existente en la capital del país y subrayando la creencia estadounidense de que los avances serían alentados desde el nivel local.
El secretario de Defensa Robert Gates llegó antes que Bush y se reunió con importantes funcionarios de su país, entre ellos el general David Petraeus y el embajador Ryan Crocker, antes de encontrase con el primer ministro Nuri al-Maliki, el presidente Jalal Talabani, y otros funcionarios iraquíes de Bagdad.
En gran parte, el mensaje principal lo dio la forma en que se realizaron los encuentros: llevar a al-Maliki, un chií, al corazón de la provincia de Anbar _de mayoría suní_ demostró a los críticos del gobierno que el líder iraquí puede acercarse a los suníes, que gobernaron durante años con Saddam Hussein.
Bush presentó a Anbar como un ejemplo de los avances recientes, especialmente en el tema de seguridad, a pesar de que la provincia aún enfrenta problemas económicos y aún no es lo suficientemente estable.
La semana entrante, el general David Petraeus, máximo comandante estadounidense en el país árabe ocupado, y Ryan Crocker, el embajador estadounidense en Bagdad, serán interpelados en el Congreso.
Terra/AP
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